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Miércoles 3 de Septiembre de 2008

Jueves 4 de Septiembre de 2008

Viernes 5 de Septiembre de 2008

Sábado 6 de Septiembre de 2008

Domingo 7 de Septiembre de 2008

Lunes 8 de Septiembre de 2008

Martes 9 de Septiembre de 2008

Jueves 11 de Septiembre de 2008

Viernes 12 de Septiembre de 2008

 

Bitácora Miércoles 3 de Septiembre de 2008. En Bora Bora

 

 

Arrecife de Bora Bora desde el mar abierto
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Mas fotos en Fotos Bora Bora

Hoy hemos dormido bien. Nos levantamos pronto y subimos a ver el amanecer al puente. Hacemos fotos de la isla.

Desayunamos y yo me subo a la cubierta de arriba a tomar el sol, a leer y a bañarme por primera vez en una de las piscinas del barco, que las llenan cada día con agua salada.

Comemos pronto el French Buffet y salimos de excursión con los tender al puerto, donde nos recoge otra embarcación y despacito nos dirigimos casi a la salida del atolón. Durante el camino los tres integrantes de la tripulación nos deleitan con cantos acompañados de la guitarrita y los bongos típicos.

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Cuando llegamos al sitio previsto, uno de los nativos se tira al agua y aparecen un montón de rayas. Parecen perritos amaestrados. Les echan algo de pescado y la gente empieza a meterse en el agua y a jugar con las rayas. Nica y yo nos quedamos en el barco haciendo fotos desde arriba. Es muy divertido. Tras estar un buen rato con las rayas nos desplazamos fuera del atolón. Nos sujetamos a una boya y aquí están los tiburones. Les echan comida y también se meten en el agua para nadar entre ellos y fotografiarlos dentro del agua. Son grandes, de color marrón y alguno pequeño de los grises. La verdad es que parece que tengan miedo a las personas y nos les hacen mucho caso.

Una de las activiades, que ademas de navegar con el Star Flyer más me atraia de este viaje era la posibilidad de ver de cerca y nadar con ellos siera posible, a las rayas y a los tiburones. He tenido la oportunidad de hacerlo y no me ha defraudado. Las rayas son impresionantes por su tamaño y su suavidad sobre todo por la parte de abajo que realmente parecen de terciopelo, solo la cola en forma de latigo es rasposa como papel de lija vasto. Se te pasean por la espalda rozandote levemente casi te acarician y como buenos animalitos el tema de la comida lo tienen muy claro estan esperando que lleguen los turistas que ellas asociacian con les damos de comer, vamos como la obladitas en Javea cunado fondeas el barco pero un poquito más frandes. Los tiburones no, son frios lejanos y van a su aire, no se acercan y si lo hacen malo eso quiere decir que van a por ti, en la mayor parte del tiempo se dedican a dar vueltas en cirulo unos al lado de otros de una manera monotona y cansina, pero más vale así.

Solo os quiero contar una anécdota, habíamos detectado que el color amarillo claro atrae a los peces, Dulce llevava unas zapatillas de agua de ese color y las rayas en la Laguna Azul la seguían, pues mi camara submarina también era amarilla y una de las pocas veces en que me la puse en la cara para buscar el encuadre vi como se acercabe un tiburon grande directo hacia mi, hice la foto y rapidamente me moví bruscamente, el se asusto y cambio enseguida de dirección 90 grados y nada más cambiar de dirección se encontró con uno de esos tropicales negros que aparecen en las fotos y lo succiono como si tal, el pececillo acabo en sus fauces justo delante de mi, bueno todo un espectáculo que os confieso que me impresiono.

Para terminar la tarde nos acercan al Motu Tapu, con arena en polvo superfina y allí preparan una merienda a base de frutas cortaditas y con la consabida ceremonia del coco. Nos bañamos y descansamos un poco. Cuando estábamos camino de volver a la barca, Vicente me hace fotos y en eso veo a lo lejos el surtidor de una ballena y a continuación un coletazo. Aviso a todos y es que las ballenas, que han pasado el día dentro del atolón salen por la noche a mar abierto y la hemos pillado saliendo y peleándose contra el oleaje de la barrera de coral.

Durante la vuelta nos siguen deleitando con canciones. Llegamos a puerto y con el tender volvemos al Star Flyer. En la cubierta del Tropical nos tienen preparada una merienda, como todos los días, cada vez diferente.

Nos vamos a duchar y descansar al camarote. Cenamos con los alemanes y nos subimos al puente a ver el panorama y luego nos quedamos un ratito viendo las actividades que organiza Federico.

Nos vamos a dormir. Nos ponemos en marcha tarde y vamos navegando camino de Raiatea.

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Bitácora Jueves 4 de Septiembre de 2008. En el mar navegando y llegada a Raiatea

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Hemos pasado la noche navegando y dando tumbos.  Muy temprano atracamos en el puerto de Raiatea.¡Qué gusto, estamos parados!
Hace mucho viento y el día amanece nublado y chispeando a ratos.
Después de desayunar nos comunican que después de comprobar las condiciones meteorológicas se suspenden todas las actividades previstas.

En vista de las perspectivas, aprovechamos que estamos en puerto y nos bajamos a pasear. Enfrente  teníamos  un mercadito. La parte de abajo estaba llena de puestos de frutas y comestibles y en el piso de arriba  había puestos de artesanía. Después de verlos todos volvimos al primero y compramos un colgante. Nos habían explicado que sobre la concha de las ostras en el interior, ponían una pieza de plástico con forma de gota o de corazón y que la ostra la recubría. Eso se recortaba y se pulían los bordes para hacer adornos y eso es lo que compramos.

Nos recorrimos el puerto, entrando en tiendas y hasta compramos un disco de música típica en un bazar de chinos. Luego, por curiosidad, visitamos un supermercado y nos asombramos de los precios. Todo era carísimo con respecto a Europa. Los productos eran los mismos pero al doble de precio por aquello de la importación. Incluso la cerveza Hinano Tahitiana, era muy cara debido a los gastos del transporte entre las islas.

También entramos en una iglesia, cuyas paredes eran celosías y ventanas abiertas. En el patio de entrada había una capillita cubierta de conchas de ostras.

Como el viento iba in crescendo, teníamos dificultades  para caminar, decidimos volver al barco. Nos encontramos con los franceses y volvimos a bajar del barco para hacernos unas fotos.
Nos tomamos un refresco en el Tropical Bar con los alemanes y les enseñamos lo que habíamos comprado. Vicente se va un rato a entrar en Internet y yo me quedo en la Biblioteca consultando el diccionario de Tahitiano. Hay aperitivo en la cubierta pero estamos llenos y no podemos probar bocado.

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A la hora de comer se sienta con nosotros la señora “rara”. Es una señora mayor, superdelgada, que anda muy despacio y aparece y desaparece como un fantasma. Es inglesa, ha vivido en Suiza y ahora vive en Santa Mónica, al lado de Beverly Hills. Viaja sola. Es simpática y habla un montón de idiomas. La comida la marranea, pero se lo bebe todo.

Hoy la comida estaba dedicada a España con gazpacho, zarzuela de pescado, paella de marisco valenciana y de postre churros y crema catalana. No ha estado nada mal. El arroz de sabor bien, textura pasada. Dormimos siesta.

A las 6.15 p.m. Sebastián nos hace una demostración de pareos y de bailes Tamuré. Después bajo y nos arreglamos. Los alemanes nos invitan  a una botella de champaña en el Tropical Bar. Luego bajamos a cenar juntos. Hoy el atuendo requerido era  ir de polinesia. Muchas señoras, aprovechando que estaba enfrente del barco el mercadito y las floristas se compraron coronas de flores y collares. Como yo no tenía ninguna ropa floreada hoy me he vestido de normal. Tras la cena damos un buen paseo por el barco, aprovechando que estamos parados.

Luego vemos en la cubierta del Tropical una carrera de cangrejos con apuestas de quien va  a ser el ganador. Dirige después Federico unos bailes y ya nos retiramos a dormir.

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Bitácora Viernes 5 de Septiembre de 2008. En el mar navegando hacia Papeete

Teníamos que haber salido a navegar de noche, pero el viento soplaba muy fuerte y permanecimos en el puerto. A pesar de estar atracados, se notaban los meneos de vez en cuando en el camarote.
Se nos había anunciado que saldríamos a las 8 de la mañana y muchos pasajeros nos subimos al puente a ver la salida. Como cada vez
arreciaba más el viento el capitán retrasó la salida, incluso estuvo a punto de abortarla. Pero a las 9,30 parece que decreció un poco el viento y allá que desatracamos y salimos a la aventura. Teníamos el viento de cara y nos hacía navegar muy despacio y dando botes, por las olas de viento y el mar de fondo cruzado. Además el cielo se ha puesto negro y ha comenzado a llover.
Debido al mal tiempo nos recomiendan que nos movamos lo menos posible por el barco para evitar accidentes. Durante la noche han asegurado con cabos las tumbonas, bancos de madera y todo aquello susceptible de moverse.
Después de desayunar, decidimos terminar de ver las pelis que teníamos en el camarote.
Sólo salimos a comer y dormimos la siesta después.
A media tarde Vicente decide salir a ver como iba la cosa y cuanto habíamos avanzado. Hasta él se ha sentido un poco mareado y se ha tomado una Biodramina. La sorpresa es que al ir navegando sólo a motor  y con el mar y el viento de frente, no habíamos hecho muchas millas.
Al ir a levantarme para arreglarme me mareo y ya me quedo fastidiada. Hoy es la cena del capitán. Me arreglo muy guapa y Vicente también de chaqueta. Salimos al restaurante y nos sentamos con los franceses. Ceno un poco pero enseguida me entran las angustias y me tengo que ir al camarote y lo devuelvo todo. En vista del éxito, me acuesto. Vicente viene al acabar de cenar y me cuenta que el capitán ha dicho unas palabritas, pocas, ya que su timidez polaca no lo hacen muy expresivo. Nica y su marido se preocupan mucho por mi y me envían con Vicente unas pastillitas para el estómago después de devolver y un parche de escopolamina para los mareos.
Se vuelve a ir Vicente al puente y no hay novedades. Sólo noticias de que no llegaremos a Moorea a la hora prevista.
Nos vamos a dormir y seguimos con los meneos al por mayor.

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Bitácora Sábado 6 de Septiembre de 2008. En el mar navegando y llegada a Papeete

 
 
 
 
 
 

 

Lo primero que hace Vicente al levantarse es ir al puente a comprobar el rumbo y las millas recorridas que han sido muy pocas. Al ir tan lentos tenemos que renunciar a ir para  Moorea, porque si no, no llegaríamos a tiempo a Papeete.
Después de desayunar pasamos el día por el barco al aire libre, ya que hoy no llueve.
A mitad mañana nos reúne Federico en la cubierta del Tropical para darnos instrucciones sobre las maletas, horarios, liquidación de las cuentas, desembarco, etc.
Paso mucho tiempo en el puente con Nica y luego con los brasileños, que me piden recetas de bacalao portugués y la paella valenciana y de marisco. Me cuentan que habían estado unos días en Barcelona y comían a todas horas paella.
Después me voy al Tropical a leer mientras Vicente entra en Internet. Yo consulto de nuevo el diccionario tahitiano, que es muy divertido, ya que ellos no conocen ni pronuncian la “L” y utilizan mucho las consonantes t, k , p, n, g . Al leer sus palabras parece un lenguaje de niños.
Picamos algo en el Tropical y luego bajamos a comer.
Seguimos al aire libre, disfrutando de la navegación, a pesar de los meneos. Charlamos mucho rato con uno de la tripulación que es guatemalteco y nos cuenta batallitas de otros viajes, de los pasajeros más simpáticos y los más tontos, etc....
Nos bajamos un ratito a dormir la siesta.
Nos subimos al puente a ver como poco a poco vamos llegando a Tahití. Cuando el barco ya está a resguardo de la isla avanza un poco más rápido. Sobre las 8 ya estamos llegando a Papeete y a las 8,30, ya de noche cerrada, atracamos en el puerto.
Después de hacer unas fotos nos vamos a cenar. Esta es nuestra última noche en el barco.
Me vuelvo al camarote y hago las maletas, preparando lo necesario para mañana y el resto lo sacamos al pasillo, ya que de madrugada, bajarán las maletas a tierra.
Mientras tanto Vicente ha estado charlando con los oficiales.
A las 9,30 sube un grupo folclórico al barco y nos deleitan con la colocación de pareos tanto en chica como en chico. Después
bailes de chicas y bailes de chicos y combinados, cambiándose varias veces de indumentaria. También cantan y tocan varios instrumentos.
Uno de los chicos me saca a bailar el tamuré , que es muy difícil, pero no queda mal.
Al acabar se despiden y Federico nos recuerda lo de las maletas y las cuentas y demás cosas del desembarco.
Algunos pasajeros ya se bajan ahora del barco para coger aviones.
Nosotros nos dedicamos a dar las últimas vueltas por el barco y a despedirnos de algunas personas de la tripulación.
Nos retiramos a dormir con pena de que ya se acaba.

 
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Bitácora Domingo 7 de Septiembre de 2008. Desembarco en Papeete

 
 

Nos levantamos muy pronto y nos vamos al puente. Hace un día precioso con calor y sol espléndido. Hacemos las últimas fotos desde el barco.
Bajamos a desayunar y luego recogemos lo que falta y lo dejamos todo preparado para el desembarco.
Bajamos del barco y nos vamos andando al mercadito que está muy cerca. Nos llevamos un despago, ya que está abierto pero sólo la parte de abajo y  hay muy pocas paradas abiertas, sobre todo las de comidas preparadas, fritangas y cosas dulces. La parte de arriba, donde están los puestos de artesanía, hoy no la han abierto.
Después nos vamos a la tienda de las perlas, a Tahia Collins. Nuestra idea era ir a la tienda de Moorea, pero al no parar  en la isla, Sebastián hizo la gestión de que abrieran la tienda de Papeete desde las 6 de la mañana hasta el mediodía, para que los pasajeros pudiéramos acercarnos  y si se terciaba, comprar algo.
Estuvimos viendo perlas sueltas y ya engarzadas. Al final compramos un colgante con una perla irisada por arriba en gris, berenjena y la parte de bajo en verde, muy bonita, montada en oro blanco.
Yo tenía una hucha de monedas de 2 € y un cerdo que de vez en cuando poníamos calderilla. Nos llevamos el dinerito y con esto compramos la perla. Como a los pocos días era mi santo, Vicente me regaló la cadena de oro blanco para llevar la perla. Volvimos al barco y yo iba la mar de contenta con mi perla de Tahití.
Había mucho movimiento por cubierta, con bolsas, maletas, gentes, despedidas, saludos.....
A Nica le enseño mi perla y le cuento lo del santo, que en Alemania no se celebra.
Bajamos al camarote por última vez, recogemos todo y nos despedimos de Domingos, el indio de Goa, que era nuestro camarero de cabina y del camarero portugués del restaurante, con el que hablábamos en su lengua.
Ya en la cubierta del Tropical devolvemos las llaves y nos entregan los pasaportes.
Tras los últimos adioses, nos despiden con un collar. Bajamos del barco y nos montamos en un bus que nos lleva al Sofitel.
Nica y Uwe no tenían contratado el transfer y Vicente intenta que se vengan con nosotros en el bus, pero Federico se pone un poco tonto y al final se van en una furgoneta con los alemanes “patapalo”. El problema es que en domingo no había taxis. Todo estaba cerrado.
Una vez en el hotel descansamos un poco, abrimos maletas y nos bajamos a la piscina a bañarnos y a tomarnos un refresco.
Vicente se sube a la habitación para entrar en Internet y yo me quedo leyendo.
Baja y nos vamos al Buffet a comer. Es todo de comida polinésica. Está lleno de gente del lugar que viene a pasar el domingo en el hotel.
Los alemanes están también en nuestro hotel y quedamos con ellos para cenar juntos.
Por la tarde dormimos la siesta,  leemos y entramos en Internet para ver los correos y las noticias de España.
En el vestíbulo nos encontramos con Nica y Uwe, damos una mirada a la tienda del hotel y nos vamos a cenar. La cocina del hotel es muy buena.
Hace una noche estupenda y nos damos un paseíto por el jardín del hotel.
Esta mañana hemos hablado con uno de una agencia de viajes en el hotel y como no había bastante gente para hacer una excursión por Moorea, nos recomienda que nos vayamos con el ferry y allí alquilemos un coche. Los alemanes, como tiempo atrás estuvieron muchos días en  Moorea, querían quedarse por Tahití, que lo conocían menos.
Nos despedimos y nos vamos a dormir.

 
 

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Bitácora Lunes 8 de Septiembre de 2008. Visita a Moorea

 
 

Nos levantamos pronto y bajamos a desayunar. Nuestra sorpresa es que no hay agua en los grifos. Hay una avería en la zona. 
A las 8 intentamos coger un taxi que habíamos pedido, pero aparece un van y lo que pretende el taxista es llevarnos a varios, apretados y cobrarnos las carreras a todos. Vicente no transige y volvemos a pedir otro taxi. Viene ya uno normal, conducido por una señora y nos lleva al puerto. Compramos los billetes del ferry Aremiti Five, que es el rápido. Esperamos media hora y allá que nos vamos a Moorea. Al principio estamos dentro fresquitos y cuando nos acercamos a la isla subimos a la cubierta de arriba al aire libre para hacer fotos.
A la llegada y en el mismo puerto alquilamos un Ford pequeño. Le pedimos información a la chica de la agencia de donde comer  y que ver en la isla.  Le hacemos caso y seguimos la carretera que circunda la isla. Vamos bordeando la costa, con hoteles de cabañitas que están sobre la laguna del atolón. Luego llegamos a la bahía de Cook, que es muy verde y cerrada.
Más adelante nos encontramos con otra bahía profunda, estrecha y muy bonita, la de Opunohu. En esta se supone que nuestro barco iba a fondear en la visita a Moorea, pero no pudo ser.
Un poco más adelante nos desviamos por una carretera a la izquierda y subimos una montaña hasta un mirador que se llama Belvedere.
Está justo enfrente de una montaña y a la derecha se ve la bahía de Cook y a la izquierda la de Opunohu. Al bajar del coche oímos hablar español y nos encontramos a una parejita de Valladolid que estaba alojada en la isla y estaban haciendo un tour con un 4 x 4. Nos ofrecen frutas y zumos, como todos los tours.
A la bajada paramos en una escuela gubernamental de agricultura y Vicente se toma un agua y yo un batido de piña que estaba de muerte. Las piñas de aquí son pequeñas pero muy dulces.
Seguimos nuestro recorrido y nos metemos por un camino sin asfaltar y nos encontramos la Polinesia profunda y verdadera. Casas que están hechas de trozos de Uralita, maderas, chatarra. Gente pescando en un riachuelo para comer, y lo más llamativo, 2 tumbas en la puerta de la casa, en mitad del “jardín” con un toldo que las protege. Las tumbas tenían su lápida y sus flores, pero a la puerta de la casa.
Por el camino nos encontramos con la tienda de Tahia Collins y paramos por saludar a Sebastián pero nos dicen que esa semana está de vacaciones, después del duro crucero. Como en todos los sitios nos reciben con flores.
Paramos en una tienda y nos compramos unas camisetas y un pareo con figuras de salamanquesas, que es la imagen de Moorea.
Encontramos el hotel recomendado para comer, Les Tipaniers. Es un complejo de casitas, parecido a uno que hay en Formentera y que  en el borde de la playa tiene el restaurante. Nos pedimos el pescado del día que era el Mahi Mahi, llampuga en español, que estaba buenísima.
De postre me pedí ananás, y me pusieron tantas rodajas que se me salían por los ojos, pero buenísimas.
La isla tiene una vegetación impresionante, como todas.
Terminamos el recorrido poniendo gasolina y devolviendo el coche a la agencia.
A las tres cogemos el ferry de vuelta. Como todas las tardes el mar está encrespado, pero el ferry va rápido y no se nota casi nada, a pesar de que se ve perfectamente el movimiento de arriba abajo.
Desechamos los taxis que se ponen a la salida del ferry y nos vamos a la parada de la avenida y cogemos u taxi nuevo, un Dodge Nitro, limpio y el taxista, que habla español, nos cuenta su vida durante el camino.
Llegamos al hotel y nos encontramos a Uwe. Sigue sin haber agua. Contratamos para mañana un Vip Tour por la isla de Tahití. Hacemos las últimas compras en la tienda del hotel.
La chica de recepción que habla español nos da dos botellas de agua para cepillarnos los dientes y nos deja la llave de una habitación especial para minusválidos del piso de abajo a la que si llega el agua para poder ducharnos.
Después vamos a refrescarnos a la piscina. Nos volvemos a encontrar con los alemanes y quedamos para ir a cenar.
Subimos a descansar un poco.
A las 6,30 nos vemos en el vestíbulo y vamos andando hasta un centro comercial de Carrefour donde hay un restaurante pequeño muy bueno que tiene un pescado exquisito. Cenamos muy bien y volvemos al hotel caminando.
Nos despedimos de nuestros amigos alemanes Nica y Uwe, que se marchan mañana temprano a las islas Cook y hasta principios de octubre no vuelven a su casa. Son un encanto.

 
 

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Bitácora Martes 9 de Septiembre de 2008. Visita a Papeete y regreso a Paris

 
 

Nos levantamos temprano y hago las maletas ya preparadas para el viaje de vuelta.
Bajamos a desayunar y a las 9 nos recoge una van con chófer que hace de guía y nos lleva a dar una vuelta a la isla grande. Nos va explicando el origen de la isla, sus descubridores y pobladores, las religiones. Es curioso que por la carretera encontramos carteles que ruegan silencio por estar en un área religiosa. Donde hay una iglesia hay tres o cuatro de las distintas religiones.
En el primer sitio que nos para es una formación de grutas y cascadas que tienen a su alrededor una vegetación exuberante y preciosa. Es como ir a un vivero y ver las plantas que quieres comprar en su estado y natural y  de tamaño gigantesco.
Le pedimos que no nos llevara al Museo Gaughin, que ya lo teníamos muy visto y que preferíamos sitios de naturaleza autóctona.
Un poco más adelante hay un jardín público, que han aprovechado la naturaleza desbordante y la han arreglado con caminos y puentecitos y estanques de nenúfares y lotos. Es una preciosidad.
Después nos desviamos y nos lleva a una cascada muy alta, con un río. La zona se parece al monasterio de Piedra, pero natural.
En Tahití hay agua por castigo, de lo que llueve. Gran parte de la energía que consume la isla proviene de la que genera el agua.
Más adelante paramos en un rincón en que el agua del mar se mete por un agujero natural  y con la fuerza de la ola sale como agua a presión, un sopladero. Allí nos encontramos a unos pasajeros del Star Flyer, que llevaban una cámara igual que la nuestra.
Pasamos por una zona de grandes olas, donde había gente haciendo surf.
Dejamos de lado la isla pequeña “Tahití Iti”, que está unida a la grande por un istmo. En esa parte de la isla se está desarrollando un  área de expansión con la idea de construir un aeropuerto para actividades comerciales así como un puerto.
Terminamos de dar la vuelta a la isla parando en un mirador que se ve Papeete al fondo. Por todos lados nos hemos encontrado los gallos y gallinas sueltos en plan salvaje, sin dueños.
A la 1.30 nos deja en el hotel y nos gastamos el último billete de dinero polinésico en la tienda del hotel.
Subimos a la habitación a dejar los trastos y  bajamos a comer.
Hoy los dos tenemos mono de comer algo europeo, con lo que Vicente se pide una hamburguesa y yo una pizza, que por cierto está muy buena.
Descansamos, leemos y metemos datos del viaje en el Asus.
Tras ducharnos, cerramos las maletas y bajamos al vestíbulo para liquidar la cuenta del hotel y esperar a que nos recojan . Cuando llega el transfer lo primero que hacen es ponernos collares de despedida.
Facturamos las maletas, resolvemos los papeles de la compra de la perla y esperamos a embarcar.
Nos ha tocado ventana, pero casi la última fila del avión.
El vuelo sale puntual. Desde el aire decimos adiós a la Polinesia.
Cuando nos ofrecen las primeras bebidas y la cena nos tomamos una pastillita para poder dormir un poco aunque sea en el primer tramo.
Cerca ya de Los Ángeles nos sirven un desayuno y rellenamos otra vez el papel verde de inmigración.
Bajamos del avión y nos toca hacer la misma historia de la otra vez, pasar por el control de pasaporte, tarjeta verde, huellas y foto.
Esperamos 1 hora,  entregamos el resguardo de la tarjeta verde y subimos al avión donde nos reciben con una flor.
Al poco de subir al avión nos vuelven a dar de comer, después varias veces bolsitas de papas y bebidas y más cerca de Paris, otro desayuno.

 
 

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Bitácora Jueves 11 de Septiembre de2008. Vuelo y llegada a Paris

 
 

El lío de horas es tal que ya no sabemos si es de día o de noche. De Papeete hemos salido de noche, pero durante el vuelo se ha hecho de día, después de Los Ángeles era de día pero por el camino se ha hecho de noche y ha amanecido, llegando a las 8 de la mañana a París. En todo este cambio de horario nos hemos saltado un día.
Una vez hemos recogido las maletas nos ponen pegas por haber comprado la perla, con la historia de que hay que declararla, pero nos dejan pasar por no llegar a la cantidad que ellos marcan como para pagar aduana.
No encontramos a Anis, pero ha mandado a su socio y nos lleva al hotel. Hemos cambiado al Melía Gran Royal de Alma. Como es muy pronto tenemos que esperar a que se vacíe la habitación y la preparen.
Tomamos en la cafetería un café y un te y leemos por primera vez un periódico español.
A las 12 ya podemos subir a la habitación. Estamos muertos, y nos metemos en la cama enseguida y a dormir.
Como, por las prisas, no hemos puesto el cartel de No molesten han entrado dos veces en la habitación y confieso que si no es por que me lo dice Vicente no me he enterado.
A las 7 de la tarde nos hemos despertado y nos hemos quedado remoloneando un rato en la cama. Nos asomamos y está lloviendo. Una pena, porque cuando hemos llegado hacía un sol espléndido.
Nos vestimos para salir a cenar y el de recepción nos recomienda una Brasserie en la place d’Alma, Chez Francis.
Hace bastante fresquito. Nos pedimos un lenguado y un entrecot. El lenguado está estupendo pero la carne flojea. Nos cuesta la cena un ojo de la cara, sin grandes alharacas. Pero París es así de cara.
Como nos hemos constipado un poco en el segundo avión volvemos al hotel. Se ve preciosa y muy iluminada la Torre Eiffel y Vicente se lleva la cámara de fotos para tomar unas imágenes de las luces de la torre.
Vemos la tele española por el canal internacional y nos dormimos.

 
 

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Bitácora Viernes 12 de Septiembre de 2008. Vuelo a Valencia y llegada a casa

 
 

Como tenemos los horarios cambiados a las 5 de la mañana ya estamos despejados y hacemos tiempo viendo la tele.
Bajamos a las 6,30 y tomamos un café y un café con leche con galletas. Pagamos la cuenta del hotel y hay problemas con el terminal del hotel. Al final lo resolvemos, nos recoge el chófer y nos lleva al aeropuerto. Está lloviendo y ha bajado mucho la temperatura.
Pasamos el control de pasaportes y en cuanto abren la ventanilla facturamos maletas. Tenemos 10 Kilos de sobrepeso y nos ponen pegas, que si teníamos que pagar más de 100 €. Al final, como somos los primeros en facturar nos perdona y pasan las maletas.
Hacemos tiempo tomando café y aguas y entramos a comprar quesos y foies.
La salida del avión es puntual, como todos y el vuelo es muy tranquilo.
Llegamos a Valencia un poco más pronto de lo habitual y nada más recoger las maletas buscamos un taxi y nos encaminamos a casa.
Casi no nos podemos creer que hayan pasado 15 días, hemos dado media vuelta al mundo y ya estamos aquí.
Ahora quedan dos trabajos grandes: uno lavar, doblar, planchar y guardar la ropa y ponernos al día de comidas, dormidas y demás hábitos.
Por otro lado procesar todo lo vivido, experiencias, emociones, fotos, videos, folletos, información, impresiones........ y plasmarlo en nuestra página web, para poder trasmitirlo a nuestros amigos y a quien lo quiera leer ver va a ser otro gran reto.
Esperamos que lo disfrutéis tanto como nosotros.

 
 

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© Polinesia Francesa 2008. v.1.1